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miércoles, 12 de febrero de 2014

¿Que le ofrece Vietnam al turista?


Amigo lector de EL TIEMPO: hoy concluye el relato de mi reciente viaje por tierras asiáticas. A los fines de su publicación en varias “contratapas” los muchachos de la redacción lo distribuyó en publicaciones que prácticamente abarcaron una semana. Por el “reparto” del material es probable que el lector se haya visto obligado a “hurgar” en busca de una sostenida coherencia, lo cual seguramente les habrá resultado un tanto difícil, por la simple razón de tratarse de “apuntes”, generalmente basados en la memoria del viajero, con la factibilidad de haber incurrido en algunas involuntarias omisiones de apreciación.
Vamos entonces hacia el punto final.
Realmente, yo creía que habiendo dejado atrás a Mai Ly- y también, usando un dicho popular, “el infierno”, aunque personalmente no creo que existan ni el infierno ni el paraíso-; pero en Dien Bien Phu volví a experimentar esa sensación. Sentí y siento un dolor muy profundo, porque nunca pensé que Francia, un país culto, abanderado de los derechos individuales y humanos, tuviera en su sociedad gente tan abominable, con una mente diabólica, desprovista de la menor sensibilidad, que cometió hechos aberrantes, avalados por ese país; justamente Francia, llamada Cuna de la Libertad, que sufrió en carne propia el atropello, el genocidio por parte de los nazis, cometiendo un hecho como el Dien Bien Phu, muy similar al ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial en una villa situada al sudoeste de Francia, en el cual un grupo de maquis eliminó a una veintena de soldados nazis. Uno de ellos alcanzó s llegar a uno destacamento de la Gestapo. Inmediatamente los nazis enviaron a esa villa un batallón de soldados e hicieron salir de sus casas a los 650 habitantes. Los hombres fueron colocados en la plaza, las mujeres y los niños en la Iglesia. Luego las ametralladoras comenzaron a vomitar luego. Solamente un hombre y tres mujeres sobrevivieron a esa masacre nazi. Y ahora era Francia, la que con este hecho quedaba nada menos que a la altura de los nazis.
Ese hecho ocurrió el día 24 de abril de 1954, once días después Dien Bien Phu caía nuevamente en manos de Vietnam, que perdió 25 mil hombres y Francia entre siete y nueve mil. Muchos años después. El General Descartries, según me lo refirió el ministro de Defensa de Vietnam durante una recepción en la Embajada de Cuba con motivo de celebrar la victoria cubana contra el ataque norteamericano en Playa Girón, el general Decartries solicitó al gobierno de Vietnam autorización para visitar y recordar a los soldados franceses que murieron en la batalla de Dien Bien Phu. El gobierno le contestó que antes de venir a rendir homenaje a los soldados franceses primero tenía que pedir perdón y homenajear a los 444 vietnamitas que él masacró y recién después el gobierno estudiaría si se le otorgaba o no el permiso. El general se hizo el desentendido, pero como todos los genocidas nunca se arrepintió y al poco tiempo murió.
Con respecto a esta masacre tuve una sensación distinta a la Mai Ly. No era el sentido de si una fue más grave o no que la otra; las dos son incalificables, al igual que sus autores. La sensación consiste en que ene l hecho protagonizado por EE.UU. no me llamó la atención en lo más mínimo, porque quienes vivimos en este continente sabemos de todos los atropellos que ha cometido ese país. Los dictadores más sanguinarios que ha tenido América Latina han sido impuestos y sostenidos por la Casa Blanca.
Los norteamericanos fueron los creadores de la tristemente famosa Escuela de las Américas, que funcionara en el Canal de Panamá, donde se graduaron los más crueles violadores, torturadores y asesinos que asolaron esta América, y los subordinados que recibieron sus enseñanzas. Todos están registrados como verdaderos monstruos de la historia latinoamericana. Son un reflejo de lo que es capaz de hacer EE.UU. Por eso digo que no me llamó la atención ese proceder.
Y aquí creo que cabe una pequeña aclaración: como hablé de tantos genocidas, mucha gente podría pensar “éste está o estuvo a favor de la guerrilla argentina”. Nada de eso. Siempre estuve en total desacuerdo y dije que eran una banda de asesinos y forajidos, unos delirantes trasnochados. Porque se ponían una remera con la figura del Che se creían revolucionarios y que podían hacer una revolución popular. Jamás de las derechas salió una revolución popular; por el contrario, siempre las aplastaron.
Además, pertenecían a un partido político que si le sumamos los años que estuvo en el poder llegamos a un cuarto de siglo y de revolución social y todavía estamos en veremos. Ahora, si llaman “revolución social” el hecho de regalar una plancha, una máquina de coser o un colchón, no conocen en lo más mínimo lo que es una revolución. Lo que sí nos dejaron y desgraciadamente los tendremos por años, son gremialistas corruptos y venales enriquecidos a costa de los trabajadores y hoy muchos de ellos devenidos en socios de Jockey Club y la Sociedad Rural, con haras de caballos de carreras y otros ahora grandes empresarios incluso con ramales de ferrocarriles, mientras las obras sociales y los sindicatos están en quiebra.
Y por el otro lado otra banda que utilizaba los mismos métodos que la anterior y aprovechando los dineros públicos y auto titulándose los “salvadores de la patria” y “la reserva moral de los argentinos”, la verdad es que para tener semejante reserva es mejor no tener nada. Siempre hay sumas que restan y esta es una de ellas.
¿Qué ofrece Vietnam?
Por último, para complementar lo relatado, ha querido hacer referencia a lo que el Vietnam le ofrece al turista: grandes hoteles de lujo y comodidades de todo tipo conviven con una cultura milenaria, tan refinada y seductora como enigmática, llena de misterio.
El vietnamita, con un índice de alfabetización entre los más elevados del mundo, es culto, afable, generoso, acostumbrado a padecer las penurias de la guerra, es muy poco exigente. Yo diría nada exigente.
Las mujeres vietnamitas son de una gran elegancia, que no pierden incluso cuando realizan los trabajos más duros.
Durante la guerra, sobre Vietnam se lanzaron unos trece millones de toneladas de bombas, equivalentes a 450 veces las bomba atómica arrojada por los norteamericanos sobre Hiroshima el 6/8/1945 y tres días después sobre Nagasaki, causando 60.000 y 80.000 muertos, respectivamente. En Vietnam, además, EE.UU. empleó la técnica de destrucción deliberada del medio ambiente (ecocidio), como táctica militar, en una escala sin precedentes en la historia de las guerras. Roció con más de cien millones de litros de productos químicos, como el agente naranja. Estos contenían, a su vez, dioxina, que es el elemento químico más toxico que se conoce; cancerígeno y unitagénico, que también alcanzaron a quienes arrojaron semejante carga letal. De esto se puede escribir muchísimo, porque es un tema inagotable, lo mismo que de Pekín y Kathemandú, esta también con una historia milenaria y una artesanía inigualable



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